Amamos leer

Amamos leer

miércoles, 18 de febrero de 2009


Y si se llama Pancho

o Joaquín o Ramón,

y si no quiere chancho,

regálale un lechón.

Si es sano, pero lerdo,

dale más bien un cerdo.

Si es triste, pero sano,

regálale un marrano.

Si es fino, pero terco,

dale entonces un puerco.

martes, 17 de febrero de 2009

domingo, 15 de febrero de 2009

El libro de los cochinitos


«El libro de los cochinitos» de nuestro autor venezolano Aquiles Nazoa, consta de cuatro partes: Los nombres del cochino, La educación de los cochinos, unos versos sobre los cochinos y finalmente una descripción del cochino y un hermoso glosario de los nombres dados a este animal.
Probablemente, pensemos en el cerdo como un animal despreciable porque así nos lo ha hecho ver “la moderna cultura occidental”. Los médicos y nutricionistas no recomiendan comer cerdo porque es perjudicial, porque es portador de enfermedades, etc; pero si nos remontamos a la historia, este animalito ha sido fuente de alimentación y sobrevivencia de muchas sociedades, tan importante como el ganado vacuno o las ovejas. No puedo olvidar jamás cómo José Saramago narró en la entrega del Nóbel que cuando niño, sus abuelos eran criadores de cerdos y en invierno tenían que dormir con ellos para protegerlos del frío, entendiendo que esa era su única riqueza, su única manera de subsistir.
Pues, en este precioso libro publicado por Playco Editores en 1999 y magistralmente ilustrado por Rosana Faría, nuestro Aquiles Nazoa ensalza al cochino desde la ternura de unos versos sencillos y encantadores:

Animales en el mundo
cien veces más grandes hay
y sólo tienen un nombre
-que es el nombre popular-
aparte del que le ponen
en la Historia Natural.

Ahí tenéis al elefante,
que con ser todo un titán
y pese a su gran volumen
sólo dos nombres le dan:
elefante, paquidermo
y… pare usted de contar.

En cambio, siendo el cochino
tan pequeño y tan vulgar, tiene –y que Dios me perdone-
más nombres que el santoral:
cochino, lechón, marrano,
chancho, puerco y… basta ya.


Así, queridos lectores, de corazón les recomiendo para ustedes y para sus hijos un libro que bien vale la pena tener en casa para leer y releer.

martes, 3 de febrero de 2009

CREDO de Aquiles Nazoa

Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres, creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable, creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa, creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo; creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo de la almohada de mi niñez; creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma, creo en Rainer María Rilken héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer, creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia, creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar; creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, junto a sus sienes un resplandor de estrellas, creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, el Beralfiro el caballo de Rolando, y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero, creo en la amistad como el invento más bello del hombre, creo en los poderes creadores del pueblo, creo en la poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.

domingo, 1 de febrero de 2009

Homenaje a Aquiles Nazoa


Este mes de febrero (y quizá un poco más allá) quiero rendir un sincero homenaje al gran escritor venezolano Aquiles Nazoa.


Hombre de pueblo, culto por dentro y por fuera, pero no con la erudición del hombre de letras, sino culto de vida, de calle, de barrio; ante todo un hombre sensible a los saberes del pueblo. Nació en Caracas en el seno de una familia de escasos recursos. Eso lo llevo a trabajar desde niño. Hizo de carpintero, telefonista, botones del hotel Majestic de Caracas y empleado de una bodega, hasta que entra a trabajar en el diario caraqueño El Universal hacia 1935. Allí comenzó como empaquetador, luego pasa al archivo de clisés y finalmente aprende tipografía y corrección de pruebas. Como era muy curioso, siguió estudiando de manera autodidacta, así aprende a leer francés e inglés, lo que le permitió en 1938, obtener un puesto como guía turística en el Museo de Bellas Artes.

Fue corresponsal de El Universal en Puerto Cabello, lugar en el que estuvo encarcelado a consecuencia de un escrito crítico que publica en el diario El Verbo Democrático. Después de su liberación regresa a Caracas y empieza a trabajar en la emisora Radio Tropical y mantiene en El Universal una columna titulada «Por la misma calle». También escribe para los diarios Últimas Noticias y El Morrocoy Azul, donde desarrolla sus dotes como humorista. A partir de 1943, colabora en el diario El Nacional. En 1945, publica su libro El transeúnte sonreído. En 1948 obtiene el Premio Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y costumbristas. La situación política del país lo obliga a exiliarse por casi tres años. En 1960 aparece en Caracas su libro de poemas Caballo de manteca. Sus obras del género poético (ediciones, reediciones, antologías) son recogidas en la compilación Humor y amor de Aquiles Nazoa, publicada en 1970. Su obra Caracas, física y espiritual (Caracas, 1967), ganó el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal. En 1966 publicó una compilación titulada Los humoristas de Caracas. Durante la década de los 70, además de preparar libros como La vida privada de las muñecas de trapo, Raúl Santana con un pueblo en el bolsillo y Leoncio Martínez, genial e ingenioso (publicado después de su muerte), dicta charlas y conferencias, mantiene un programa de televisión titulado "Las cosas más sencillas" y proyecta la formación de un grupo actoral que pusiera en práctica sus textos del Teatro para leer. Muere en un accidente de tránsito.

Dentro de las obras de Aquiles Nazoa, existen muchas obras para niños que a lo largo de este tiempo iremos publicando y comentando para que se conozca un poco más a este versátil venezolano que nos dejó un legado cultural y literario muy importante.