Amamos leer

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domingo, 11 de marzo de 2012

Confesiones sobre la Literatura Infantil.


En esta oportunidad quiero traer a colación algunas confesiones realizadas por mis estudiantes de Taller Literario. Confesiones que resultan interesantes pues revelan la postura de muchos o de casi todos. Incluso, para los lectores asiduos, profesores de literatura, para quienes la Literatura Infantil era literatura de segunda, marginada por ser infantil, valga la acotación popular: "Infantiloide".
Sin embargo, cuando la persona se adentra verdaderamente y con espíritu abierto a la Literatura Infantil descubre un mundo de sutilezas, de sensibilidades impresionantes que nos hacen reir, vivir, llorar y estremecernos como lo haríamos con cualquier otro buen libro.
He aquí la confesión de una gran lectora: Alba Aurora Sanabria.


Principalmente, he de aceptar, que hasta hace poco no leía literatura infantil, pues consideraba, y lo reconozco, que no era interesante, sobre todo, porque trabajo con adolescentes. Sin embargo, un día escuché de la voz de una de mis docentes “El Cocuyo y la Mora” -de quien en este momento no recuerdo el autor- y, confieso, me atrapó. Me atrapó, sí, la historia, los personajes, el drama de la mora. Me atrapó la voz de mi profesora, la pasión que colocaba en cada frase, el sentimiento que le daba. Entonces, imaginé. Imaginé a uno de mis adolescentes identificándose con la pobre morita o en los zapatos del cocuyo y sintiéndose como yo “atrapado”. Lo entendí, la literatura infantil también habla y tiene mucho por contar, es cuestión de sentarse a escucharla.

Llegar a un libro exige motivación. En definitiva, la mía me la dio mi profesora y la vocación que percibí en lo que ella hacia; nos leía, y vivía cada momento de la lectura. Así se lee, sintiendo, generando ese ambiente que se confunde entre reflexionar, analizar, y despertar sentimientos. ¿Logró todo eso empleando un libro de literatura infantil? Sí. Valía la pena conocerla. Porque esa es también la labor del docente y más aún del promotor; conocer, descubrir, aprender y aprehender, escuchar para acabar prejuicios y continuar hasta alcanzar la meta que se propone: Acercar a la lectura.

Una vez que inicié la lectura de literatura infantil reflexione que el placer por leer para niños se transmite a través de estrategias como la lectura oral, la narración y la dramatización. Enamorar a un niño del libro implica acercárselo, dejar que lo toque, que lo sienta como algo suyo y enseñarle el valor que representa. La autoestima, la autonomía y la creatividad son esenciales en la vida de todo ser humano. Pues bien, las mismas son fortalecidas por medio del hábito lector y la literatura infantil nos ofrece una gama de títulos que sirven de herramienta para aquel que se propone motivar la lectura; bien sea, padre, madre, maestro, promotor de lectura.

Alba Aurora Sanabria

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