Tío Conejo en el entierro de Tío Tigre
Esta era una vez que Tío Tigre le tenía mucha rabia a Tío Conejo y se puso a discurrir una manera segura de atraparlo, pues se le escapaba siempre. Entonces resolvió hacerse el muerto y le dijo a unos amigos que fueran a avisárselo a Tío Conejo.
Lo hicieron así, y la noche señalada para el velorio todos los amigos de Tío Tigre fueron llegando vestidos de luto, y empezaron a llorar.
A Tío Conejo le habían avisado de la muerte de Tío Tigre y también fue al velorio.
Al llegar a la casa, Tío Conejo se puso a observar: unos hablaban bajo, otros lloraban y otros cantaban.
Tío Mono decía acompañado del violín:
—Déjalo entrar, déjalo entrar...
Y Tío Zamuro, con su bandola:
—Lo tengo seguro, lo tengo seguro...
Al ver esto, Tío Conejo empezó a tocar su cuatro y cantaba:
—No me tires chicharrón de cuero. No me tires chicharrón de cuero...
Y sospechando algo, fue hacia la puerta y preguntó:
—Y Tío Tigre, al morir, ¿no movió la pata? Porque todos los tigres al morir mueven una pata...
Entonces, Tío Tigre, que estaba oyendo todo, movió una pata. Y Tío Conejo, que se dio cuenta del plan de Tío Tigre, dijo:
—Muerto no se mueve, muerto no se mueve. Y salió en carrera.
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