Amamos leer

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jueves, 18 de diciembre de 2008

Nuestras Tradiciones Venezolanas


La Navidad es una época del año en que los venezolanos derrochamos tradiciones; cada pueblo, cada ciudad lo hace a su manera y siempre con tintes nuevos de lo que nos va llegando. Pero nunca hemos dejado de disfrutar estas tradiciones. He aquí algunas de ellas:

El pesebre
El pesebre, de origen europeo, llega a nuestro país por medio de los colonizadores y quedó sembrado en el corazón de los venezolanos. Se hace con diversos materiales como papel pintado de colores que simulan los tonos de las montañas, bombillos, plantas naturales, casitas de barro. Anteriormente se le ponía musgo y lama (o barba de palo), pero por protección al ambiente ahora se le colocan plantas en macetas, o una grama plástica que venden los chinos y son totalmente re-usables, o brozas de madera pintadas. Los muñecos pueden ser de cerámica, barro, madera, trapo y hasta de fique u hojas de maíz. Las ovejas normalmente son plásticas, pero en la bella ciudad de Mérida hacen unas artesanales que son peluditas y hermosas. Son infaltables en un pesebre el río con un puente, la estrella de Belén, los pastores, las ovejas, los reyes magos que a medida que se acerca el 6 de enero deben ir caminando. En algunos pueblos (sobre todo los andinos) se le hace una novena al pesebre y se recorren las casas del pueblo, barrio, urbanización o caserío rezando el rosario y cantando aguinaldos. El pesebre se retira en algunas localidades después del 6 de enero o el 2 de febrero día de la Candelaria cuando se hace la Paradura. Dicen que el que hace por primera vez un pesebre en su casa debe continuar haciéndolo para toda la vida.

Las hallacas

Las hallacas representan el plato central de la cena de Nochebuena y fin de Año. Es un alimento mestizo porque en sus ingredientes se manifiestan las culturas europeas, africanas e indígenas. Hay un relato que cuenta el historiador y narrador Francisco Herrera Luque que la hallaca la inventaron los esclavos en la Colonia cuando, de las grandes comidas de sus amos, fueron juntando algunas de las sobras y las envolvieron en hojas de plátano. El caso es que hoy día es uno de los platos típicos más apreciados, de gran elaboración que implica hasta dos días de trabajo e involucra a todo el seno familiar; es una gran excusa para reunirse, conversar, celebrar y compartir. Se suelen preparar con harina de maíz, de la cual se coloca una capa delgada sobre la hoja de plátano, se le coloca en el centro el guiso que contiene carne de res, cerdo y gallina con aliños verdes y condimentos y se adornan (con aros de cebolla, lajitas de pimentón, aceitunas, alcaparras, uvas pasas); de acuerdo a la localidad suelen variar los ingredientes, por ejemplo, en lo andes le ponen garbanzos y el guiso va crudo por lo cual la cocinada de la hallaca suele durar 4 horas de hervor; en oriente le ponen ruedas de huevos sancochados; en los llanos, ruedas de papas sancochadas, etc. Luego se envuelven en forma rectangular y se amarran con hilo grueso llamado pabilo y se ponen en agua hirviendo. Cada grupo familiar suele ufanarse de que las “mejores hallacas las hace mi mamá”.

domingo, 14 de diciembre de 2008

La pequeña vendedora de cerillas


Si existe un cuento que leí con devoción en mi infancia fue "La pequeña vendedora de cerillas", el cual indudablemente me recuerda la navidad. Algunos críticos no ven en este cuento nada más allá del patetismo extremo dibujado en la desgracia de la niña; para mi, indudablemente representa la sensibilidad hacia el dolor que tanta falta nos hace. La niña pobre, como tantos en el mundo que no han escogido nacer en esas condiciones, encuentra un alivio a su condición en la luz divina de Dios. No es que pensemos en esa única salida, sino que nos hace falta, como humanos, tomar cartas en el asunto, ayudar, así sea con lo poco que podamos, a quienes nada tienen (y no estoy hablando de caridad paternalista). El cuento nos enseña a sentir compasión que es un sentimiento que también hemos perdido. Por eso, hoy quiero compartir este bello cuento de Hans Christian Andersen con ustedes lectores y para que ustedes lo compartan con sus niños.



La pequeña vendedora de cerillas.

Hans Christian Andersen

¡Cuánto frío hacía y qué espesa caía la nieve! Uno tras otro, los copos bajaban de lo alto persiguiéndose antes de caer al suelo.
-Hace un frío terrible- pensaba la pequeña vendedora de cerillas, recorriendo las desiertas calles en busca de compradores.
Cuando salió de su casa llevaba unas zapatillas que fueron de su madre y que, naturalmente, eran muy grandes para la niña. Pero aun este miserable calzado le faltaba entonces, porque una de ellas la había perdido al atravesar de prisa una calle en el momento en que cruzaban dos coches. La otra se la quitó un pilluelo.
Por estas razones, los pies de la niña estaban entonces completamente desnudos y helados en extremo.
Era la última noche del año, y durante todo el día anterior no había podido vender ni una sola caja de fósforos. No se atrevía a regresar a su casa porque, no habiendo ganado ningún dinero, temía que su padre le pegase.
¡Pobre niña! Muriéndose de frío y hambre, recorría las calles.
Los copos de nieve que caían llegaron a formar como una corona que circundaba su hermoso semblante.
Era la víspera del Año Nuevo. En esto pensaba la pequeña vendedora de fósforos cuando, muy despacio, pasaba tristemente por delante de las casas, brillantemente iluminadas.
En todas partes reinaba la alegría. La niña a través de las ventanas, y, aspirando las emanaciones que de estas salían, se preguntaba, sintiendo aumentar su hambre:
-¿Será algún pavo asado?
Si tan sólo hubiese podido ver la hoguera de las chimeneas y la fiesta que se celebraba en el interior de las casas, habría sido feliz.
En la mano derecha llevaba un paquete de cajas de fósforos y en su viejo delantal, cuyas puntas recogía con la otra mano, sostenía un paquete mayor.
Halló un rincón algo al abrigo de la nevada y allí se sentó. Recogió sus pobres pies helados debajo de la falda, pero en vano pretendía calentarlos.
Sus manos, asimismo, estaban yertas. ¡Cuánto le hubiera gustado encender algunos fósforos! Con uno sólo habría podido calentarse un poco, mas no acababa de resolverse. Por fin se decidió, y sacando uno de la caja, lo frotó contra la pared. ¡Qué felicidad! Se encendió, despidiendo un resplandor rojizo que la niña aprovechó para calentarse las manos. Aquella diminuta llama le pareció una hoguera. ¿Sería acaso un fósforo mágico?
Tal vez sí, porque mientras estuvo encendido, la niña creyó hallarse ante una gran estufa en la que ardía un hermoso fuego, y cuyas llamas se enroscaban en el aire en dirección a ella.
Adelantó sus pies para hacerlos entrar en calor; pero, ¡ay!, en aquel momento la llama y la estufa se desvanecieron.
La niña se hallaba de nuevo en la calle, con el fósforo apagado en la mano.
Sin poder resistir a la tentación, encendió otra cerilla. En cuanto se produjo la llama sucedió una cosa maravillosa. Su luz iluminó la pared, que se volvió transparente como una gasa, y la niña pudo mirar dentro de la sala.
Vio una mesa cubierta por un blanco mantel y una vajilla de porcelana china, en cuyo centro humeaba un pavo asado.
Y entonces…, el pavo saltó de la mesa con el cuchillo y el tenedor clavados en el lomo, y se encaminó hacia la niña; pero, ¡ay!, en aquel preciso instante se apagó el fósforo y se borró tan risueña visión.
Encendió otro, el tercero. La llama brillaba alegremente. Y entonces la niña se halló sentada al pie de un árbol de navidad, tan grande y espléndidamente adornado como cabe imaginar.
Centenares de pequeñas bombillas brillaban a través de las verdes ramas del árbol. Innumerables figuras pintadas miraban a la niña sonriendo. Esta alargó la mano para cogerlas; mas, por desgracia, en aquel instante se apagó el fósforo.
Pero las bombillas seguían ardiendo. Y se elevaron tanto y tanto, que la niña las vio brillar en el cielo como si fueran estrellas. Sin duda, no eran otra cosa.
Mientras miraba el firmamento vio caer una estrella.
-Alguien debe de haber volado hacia Dios –pensó la niña.
Su abuela, la única persona que había sido buena para ella, le había dicho que cuando cae una estrella es que un alma vuela hacia Dios.
La niña sacó otro fósforo de la caja. A la luz de su llama vio, de nuevo, a su abuela, que tanto tiempo antes la dejara para irse al cielo, y que la miraba con singular cariño y con expresión de felicidad que antes no tenía en el semblante.
—¡Oh, abuela! ¡Querida abuela, no me dejes! —gritó la niña.
Y temiendo que aquella amada visión desapareciese, encendió todos los fósforos que quedaban en la caja.
—¡Llévame contigo! ¡Oh, llévame contigo! —suplicó.
Los fósforos ardían con tan brillante luz que ni el mismo día hubiera sido más luminoso. La niña no había visto nunca a su abuela tan alta, tan hermosa y tan buena como en aquel momento. Cogió a la pequeña en sus brazos y se la llevó volando, por un camino de luz y alegría, hacia lo alto, a un lugar donde no se pasaba hambre ni frío, no se conocía el miedo ni la miseria.

En la helada madrugada, alguien encontró a la pobre niña en el rincón junto a la casa apoyada en la pared, con las mejillas amoratadas y una sonrisa en los labios. Había muerto en la última noche del año.

El sol naciente iluminó a la pequeña muerta, que sujetaba con fuerza en sus manos el montón de fósforos quemados.

-Quería calentarse -dijo la gente.

Pero nadie sabía las maravillas que había visto, ni que la abuela se la había levado a gozar del año nuevo en el reino de Dios.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Navidad para todos. (Guión de teatro para niños)




Esta es una adaptación del nacimiento del Niño Jesús para trabajarlo en las escuelas.




NAVIDAD PARA TODOS

(GUIÓN TEATRAL)


I Parte: Confrontación de ángeles en el cielo.
Ángel 1: -El Señor necesita un ángel que lleve la buena nueva a la tierra, por eso mirará sus corazones para saber cuál ha sido el más puro.
Ángel 2: -¿Cuál más puro que yo? Soy como una nota en medio del universo, una nota que repica en las alturas del vacío. No hay bien, no hay mal, ni verdad, ni orden, ni belleza.
Ángel 3: -¿Acaso puedes dirigir lo fabuloso del caos? La nebulosa de la angustia pasa como un río y me arrastra según la ley de las atracciones. Siento un telescopio que me apunta como un revólver, la cola de un cometa me azota el rostro y pasa relleno de eternidad buscando infatigable un lado quieto en donde refrescar su tarea ineludible.
Ángel 2: -Morirás. Se secará tu voz y serás invisible. La tierra seguirá girando sobre su órbita precisa, temerosa de un traspiés como el equilibrista sobre el alambre que ata las miradas del pavor. Piensas que no importa caer eternamente si se logra escapar. ¿No ves que vas cayendo ya?
Ángel 3: -Cae, cae eternamente al fondo del infinito. Cae al fondo de ti mismo. Cae lo más bajo que se pueda caer. Cae sin vértigo, a través de todos los espacios y todas las edades, a través de todas las almas, todos los anhelos y todos los naufragios. Cae al último abismo de silencio como el barco que se hunde apagando sus luces.
Ángel 1: -¡Todo se acabó! No irá ni uno ni otro. Irá Gabriel.
(Aparece Gabriel con mirada y sonrisa socarrona)
Ángel 2: -Como siempre, el favorito y nosotros bien gracias.
Ángel 1: -¡Basta ya!

II Parte: Anunciación.
(Escena 1)
Gabriel: -Mujer, te saludo, el mundo está poblado por tus ojos, se hace más alto el cielo en tu presencia. Al irte dejas una estrella en tu sitio, dejas caer tus luces como el barco que pasa mientras te sigue mi canto embrujado como una serpiente fiel y melancólica. Es tanta tu belleza que mi Dios se ha enamorado y en tu vientre se encarnó.
María: -¿De qué me hablas? ¿Quién eres tú?
Gabriel: -María, no tengas miedo. Esto no es otra cosa que el favor de Dios. Tendrás un hijo al que llamarás Jesús y será Rey por los siglos de los siglos. (*)
María: -¿Cómo puede suceder esto, si no vivo con ningún hombre?
Gabriel: -Todo es obra del Espíritu Santo.
María: -¿Y cómo podré explicar todo esto a la gente?
Gabriel: La vida misma te mostrará el camino, confía.

(Escena 2)
José: (Muy preocupado) -¿Cómo puede ser que María esté embarazada? ¿Por qué me engañó? ¿Cómo pudo faltar al compromiso que tenía conmigo? Lo peor es que si la delato la matarán. ¿Qué puedo hacer Dios mío?
(Entra la suegra de José)
Suegra: -¿Qué te pasa José que te veo tan pensativo desde hace días?
José: -María está esperando un hijo y no es mío, no sé si asumir tan grande responsabilidad aún sabiendo que no es mío y salvarla del peso de la Ley o dejarla para que sea ella quien asuma se falta.
Suegra: -¿Cómo puede ser que dudes de la que será tu esposa? Habitante de tu destino, pegado a tu camino como roca: viene la hora del sortilegio resignado, abre la mano de tu espíritu, el magnético dedo en donde el anillo de la serenidad y la paz se posará sobre ti.
José: -¿Quieres decir que debo desposar a María porque ese es mi destino?
Suegra: -Todos los verbos han sido pronunciados, es tu decisión. (Se va)


III Parte: Éxodo.
Anunciador: (Leyendo un pergamino) –¡Ateennciióóónnnn! En nombre del Señor Emperador Augusto y de Sirenio, gobernador de Siria, se ha ordenado un censo en todos los pueblos del mundo bajo el dominio del Gran Imperio Romano para el progreso y desarrollo de nuestros pueblos. Por lo tanto, todos los pobladores deberán inscribirse en sus propios pueblos.
(Voz en off): Por esto, José, junto con María, salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea y se fue a Belén, en Judea donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz.

IV Parte: Nacimiento
(Escena 1)
María: -¡José, creo que ha llegado el momento!
José: -¿Cómo puede ser, aquí no tenemos donde quedarnos?
María: -Tendremos que buscar un lugar porque me duele mucho y el bebé no puede esperar.
(Acciones para buscar posada: tocan de puerta en puerta y sólo reciben negativas, hasta que en una casa le muestran el establo. María y José se van hasta allá donde ella da a luz.)

(Escena 2)
Un ángel se aparece ante unos campesinos. Los campesinos se asustan.
Ángel: -No tengan miedo, soy un ángel del Señor.
Campesino 1: -Y nosotros Herodes y su corte.
Ángel: -¡Es verdad! Y déjense de bromas porque les traigo una buena noticia: hoy ha nacido en el pueblo de David un salvador. Como señal, lo encontrarán en un establo envuelto en pañales.


(Coro de ángeles cantando gloria)
Campesino 2: -Vamos pues a Belén a ver si es verdad lo que dicen esos ángeles.
(Toman ofrendas tradicionales para llevar al niño: Hallacas, dulces, etc. Llegan donde están María, José y el niño.)
Campesino 1: -Hemos venido a conocer al niño porque los ángeles nos lo anunciaron, le hemos traído estas pequeñas ofrendas.
José: -¡Gracias, no saben el hambre que tenemos, estos alimentos vienen como caídos del cielo!
(Comen)

V Parte: Visita de los Reyes Magos.
(Los Reyes Magos pasan frente al establo y se consiguen con los campesinos, los miran con desprecio y continúan su paso)
Rey Mago 1: -Te saludamos y te honramos Herodes, nosotros somos unos sabios de Oriente dedicados al estudio de las estrellas, ¿sabes que en el tapiz del cielo se juega nuestra suerte?
Rey Mago 2: Le hemos pedido al universo una certeza de raíces en horizonte quieto, un descubrimiento que no huya a cada paso, un milagro que ilumine el fondo de nuestros mares íntimos.
Rey Mago 3: -Y nos ha respondido que el Rey de los Judíos nacerá pronto. Una estrella nos guía y hemos de seguir nuestro camino.
Herodes: -¿Cuál rey de los judíos, si el único rey soy yo? (Cambiando de carácter para disimular) –Vayan allá y averigüen todo acerca de ese niño; y cuando lo encuentren, avísenme para ir yo también a adorarlo.
Rey Mago 3: -Adiós Herodes, debemos continuar.
(Herodes se queda preocupado)
(Los reyes Magos llegan hasta donde están José, María y Jesús. Le ofrecen sus obsequios y se retiran por otro camino para que Herodes no los siga)

VI Parte: La huida a Egipto.
(Escena 1)
Herodes: - Anda en mi cerebro una idea dolorosa y brutal, la matanza continua de conceptos internos y una última aventura de esperanzas celestes. Por culpa de un desorden de estrellas imprudentes, caídas de los sortilegios sin refugio, la eternidad de mi reinado se vuelve sendero sin flor, regreso de espectros y problemas que rompen el espejo de la magia posible. (A sus soldados) ¡Vayan y maten a todos los niños que hayan nacido esta noche en Belén!
(Salen los soldados)
(Sombras chinescas donde se refleja la muerte de los niños.)

(Escena 2)
José: ¡María, levántate de prisa y toma al niño, debemos irnos!
María: ¿Por qué José? ¿Qué sucede?
José: -He tenido un sueño en el que Herodes manda a matar a todos los niños recién nacidos, vayamos a Egipto.
(Se van.)
(La llegada a Egipto es el sitio de celebración de la fiesta popular)

domingo, 28 de septiembre de 2008

El niño que soy (fragmento)



Sé discreto
con mis asuntos:
mis piojos
mi zurdera
mi tartamudez
o mis rabietas
no van a desaparecer
por el hecho
de que tú
las pregones.


Rosario Anzola

miércoles, 27 de agosto de 2008

Los títeres


¿Qué es el títere?
El títere es la representación del mundo lúdico y onírico del niño, es la materialización de la capacidad imaginativa que éstos tienen. Fundamentalmente es un tipo de teatro en el cual el actor cede su rol protagónico a los muñecos. Se sabe que también es especial para niños pues el pequeño se identifica de tal manera con os muñecos que éstos pasan a ser un símbolo a través del cual manifiestan sus deseos, motivaciones, tristezas, miedos. Según Berta Finkel, “El títere es, en primer lugar, un muñeco que se anima. Alguien a quien el hombre creó, a quien maneja, como maneja al niño y que, sin embargo, tiene vida propia, como la tiene el niño. Este siente en el títere una condición bastante parecida a la suya: obedece, pero extraña su libertad” (p. 15)
¿Qué se necesita para hacer un montaje de títeres?
1. Guión:

Existen muy buenos textos de títeres que puedes usar o también puedes diseñar tu propio guión. Debes tener en cuenta que el teatro de títeres debe ser para el niño, ante todo, un acto lúdico en el que se mezclen la imaginación, la creación, la alegría y la belleza. Si usamos la obra para acentuar lo didáctico solamente desvirtuamos la esencia del teatro de títeres y el niño lo percibirá. Esto no quiere decir que el teatro de títeres no sea didáctico per se, pero ésta debe ser una característica oculta. Por lo tanto, debemos evitar las obras que traten de enseñar a los niños cómo cuidar la naturaleza, cómo ser buenos eternamente o cómo cepillarse los dientes, por ejemplo.
*El guión debe ser corto para una puesta que incluya música, cantos y juegos, y que aún así no debe exceder los 45 minutos para no abusar de la retentiva del niño.
*Debe tener marcadas las acotaciones correspondientes para el buen seguimiento del montaje.
*Debe considerar la introducción de música, bailes, cantos y juegos en el momento oportuno.
*Debe seguir el orden canónico de la narración: introducción, nudo y desenlace.
*Se debe aprovechar al máximo el nudo para explotar la tensión en el niño.
*Se deben crear situaciones que le den ambiente a las obras como pausas, silencios, diversas tonalidades de la voz, música, luces diversas, sombras chinescas, entre otros.
2. Narrador:
El títere narrador está en la obra y fuera de ella. Conduce el espectáculo y participa a la vez en él. Hace el papel de guía, ayuda al niño en la comprensión del conflicto y lo motiva para sus posibles soluciones.
Los cuentos infantiles gozan permanentemente de un narrador omnisciente que, en la adaptación del cuento al teatro, éste debe convertirse en un personaje más con ciertas peculiaridades: es distinto físicamente del resto de los personajes. (por ejemplo, puede ser un bufón, un payaso, un mimo, un Pierrot, un animal, entre otros). El narrador debe ser alegre, compartir con los niños, por lo tanto debe procurar identificarse con las anécdotas de los niños o la comunidad: aprenderse sus nombres o el de sus maestras para hacerlos co-partícipes del juego titiritesco. También puede solventar algún conflicto del momento: algo que se cae, la interrupción de un hecho externo. Claro, debes tener en cuenta que el narrador no debe suplir atmósferas o acciones propias de los personajes como por ejemplo que el narrador diga: “Y ahora viene conejín y le grita a la conejita” pues para ello está la actuación.
3. Personajes:
Los personajes deben tener rasgos marcados y tipificados en el niño: el bueno, el malo, la princesa, la bruja, el tonto, el diablo, etc. Es preferible las obras que contienen pocos personajes.
4. Teatrino:
El teatrino es el lugar en el cual los actores se ocultan para dar paso al muñeco. En el teatro tradicional consiste en una caja negra en la cual se asoman los muñecos con una escenografía de fondo. Este se puede elaborar con tubos y tela o bien con material reciclable tales como cajas grandes de cartón, papel y pinturas.
Sin embargo, en el teatro de títeres contemporáneo, los actores son vistos por el público y a veces los teatrinos son muy versátiles y adaptados a la obra tal; o, en otros casos ni siquiera se usa.

PD: En una próxima entrega te daremos ideas de cómo hacer un títere de guante.

viernes, 8 de agosto de 2008

Un cuento sabio...

El diente roto

Pedro Emilio Coll

A los doce años, combatiendo Juan Peña con unos granu­jas, recibió un guijarro sobre un diente: la sangre corrió, lavándole el sucio de la cara, y el diente se partió en forma de sierra. Desde ese día principia la edad de oro de Juan Peña.
Con la punta de la lengua, Juan tentaba sin cesar el diente roto; el cuerpo inmóvil, vaga la mirada —sin pensar—. Así, de alborotador y pendenciero, tornóse en callado y tranquilo.
Los padres de Juan, hartos de escuchar quejas de los veci­nos y transeúntes, víctimas de las perversidades del chico, y que habían agotado toda clase de reprimendas y castigos, estaban ahora estupefactos y angustiados con la súbita trans­formación de Juan.
Juan no chistaba y permanecía horas enteras en actitud hierática, como en éxtasis; mientras, allá dentro, en la oscuri­dad de la boca cerrada, su lengua acariciaba el diente roto —sin pensar.
— El niño no está bien, Pablo —decía la madre al ma­rido—; hay que llamar al médico.
Llegó el doctor, grave y panzudo, y procedió al diagnós­tico: buen pulso, mofletes sanguíneos, excelente apetito, ningún síntoma de enfermedad.
—Señora —terminó por decir el sabio, después de un largo examen—, la santidad de mi profesión me impone a declarar a usted...
—¿Qué, señor doctor de mi alma? —interrumpió la an­gustiada madre.
— Que su hijo está mejor que una manzana. Lo que sí es indiscutible —continuó con voz misteriosa— es que estamos en presencia de un caso fenomenal: su hijo de usted, mi esti­mable señora, sufre de lo que hoy llamamos el mal de pensar; en una palabra: su hijo es un filósofo precoz, un genio tal vez.
En la oscuridad de la boca, Juan acariciaba su diente roto —sin pensar.
Parientes y amigos se hicieron eco de la opinión del doctor, acogida con júbilo indecible por los padres de Juan. Pronto en el pueblo todo, se citó el caso admirable del «niño prodigio», y su fama se aumentó como una bomba de papel hinchada de humo. Hasta el maestro de escuela, que lo había tenido por la más lerda cabeza del orbe, se sometió a la opinión general, por aquello de que voz del pueblo es voz del cielo. Quien más, quien menos, cada cual traía a colación un ejemplo: Demóstenes comía arena, Shakespeare era un pilluelo desarrapado, Edison, etcétera.
Creció Juan Peña en medio de libros abiertos ante sus ojos pero que no leía, distraído por la tarea de su lengua, ocupada en tocar la pequeña sierra del diente roto —sin pensar.
Y con su cuerpo crecía su reputación de hombre juicioso, sabio y «profundo», y nadie se cansaba de alabar el talento maravilloso de Juan. En plena juventud las más hermosas mujeres trataban de seducir y conquistar aquel espíritu su­perior, entregado a hondas meditaciones, para los demás, pero que en la oscuridad de su boca tentaba el diente roto —sin pensar.
Pasaron meses y años, y Juan Peña fue diputado, aca­démico, ministro, y estaba a punto de ser coronado Presi­dente de la República cuando la apoplejía lo sorprendió, acariciándose su diente roto con la punta de la lengua.
Y doblaron las campanas, y fue decretado un riguroso duelo nacional; un orador lloró en una fúnebre oración a nom­bre dé la patria, y cayeron rosas y lágrimas sobre la tumba del grande hombre que no había tenido tiempo de pensar.

jueves, 7 de agosto de 2008

Del reservorio popular venezolano

Tío Conejo en el entierro de Tío Tigre

Esta era una vez que Tío Tigre le tenía mucha rabia a Tío Conejo y se puso a discurrir una manera segura de atraparlo, pues se le escapaba siempre. Entonces resolvió hacerse el muerto y le dijo a unos amigos que fueran a avisárselo a Tío Conejo.
Lo hicieron así, y la noche señalada para el velorio todos los amigos de Tío Tigre fueron llegando vestidos de luto, y empezaron a llorar.
A Tío Conejo le habían avisado de la muerte de Tío Tigre y también fue al velorio.
Al llegar a la casa, Tío Conejo se puso a observar: unos hablaban bajo, otros lloraban y otros cantaban.
Tío Mono decía acompañado del violín:
—Déjalo entrar, déjalo entrar...
Y Tío Zamuro, con su bandola:
—Lo tengo seguro, lo tengo seguro...
Al ver esto, Tío Conejo empezó a tocar su cuatro y cantaba:
—No me tires chicharrón de cuero. No me tires chicharrón de cuero...
Y sospechando algo, fue hacia la puerta y preguntó:
—Y Tío Tigre, al morir, ¿no movió la pata? Porque todos los tigres al morir mueven una pata...
Entonces, Tío Tigre, que estaba oyendo todo, movió una pata. Y Tío Conejo, que se dio cuenta del plan de Tío Tigre, dijo:
—Muerto no se mueve, muerto no se mueve. Y salió en carrera.

miércoles, 2 de julio de 2008

LA PATRIA QUE TENGO

Hay un templo que nos habita y nos acompaña desde el primigenio instante de la concepción hasta que por fuerza mayor fenecemos. Ese templo se construye como una geografía que la naturaleza va forjando con el transcurrir del tiempo, quizá, más exactamente, no hacemos nuestras vidas sino que es esa casa que se edifica a partir de nosotros y que llegado una proximidad con la divinidad no soporta la prístina sensación de ser uno con Dios y con el cosmos y finalmente vuelve al caos. Es lo que Mircea Eliade llama "el eterno retorno", somos el fluir permanente del orden y del caos que nos configura.
Desde el momento de la creación, el hombre vio que lo que lo rodeaba era bueno y hermoso pero no vio todo lo que precedió a su estadía, perdida la memoria de lo que constituye el caos, el ser humano pretende instaurar un orden perpetuo que se refleja en sus actos y acciones. Pero hay un elemento discorde en este supuesto orden, el elemento que podemos llamar negativo, y es que por naturaleza guardamos dentro la ambivalencia de los contrarios; elementos que se manifiestan continuamente para enfrentarnos a nosotros mismos, a convicciones y paradigmas que tenemos acendrados en nuestro sistema de configuraciones y que, aunque a veces lo afrontemos, la más de las veces nos dejamos envolver.
Esa patria que somos y que como dice Milagros Mata Gil está en nosotros, es decir somos nuestro propio templo, y a su vez ese espacio se construye de acuerdo a la relevancia que le demos al Dios que habita en nosotros. Es lo que Gastón Bachelard nombra como morada, cuando el espacio físico, "real" y tangible se aproxima tanto a lo que somos que nos reconocemos en él, "aprendemos a «morar» en nosotros mismos".
Por ello, el hombre moderno, entendido como ese hombre que ha sufrido un proceso de desmitificación y de divorcio con la divinidad, descree de la fidelidad del cuerpo a los espacios que lo rodean, nos acostumbramos a malograr el templo que somos, destruimos lo que hay alrededor y lo que hay dentro también. Vale decir que Mircea Eliade lo percibe como un ser que aunque conserva las formas de la religiosidad, es una religiosidad "camuflada" y de "ritualismos degradados".
La noción de dentro y fuera está presente pero no guarda relación alguna con el tiempo cósmico y por ello no podemos captar la esencia de las cosas. Para volver a lo que perdimos, a la patria que hay en el ser, se debe retornar a la consagración del espacio -entendido no el espacio que vemos sino el que está en nosotros- para brindarle esa caricia que arropa y envuelve como toda patria sabe hacerlo.
Esa noción poética de patria permanece en la conciencia de aquellos hombres y mujeres que han sabido guardar en la memoria una asociación configurativa de su "morada" y la casa materna. Es increíble como la casa de la infancia, la casa materna nos conforma y recupera la idea de templo que perdimos. La segmentación que hay en ella está en nosotros. Somos habitaciones amplias si había allí una prodigiosidad de espacio del cual gozar; somos jardines repletos de sabidurías en la medida en que conservemos la voz de la abuela dándonos la receta para la gripe o el mal de estómago; somos un templo vivo si tenemos arraigo a un lugar que haya dibujado la personalidad que nos distingue. Tal vez la idea de relatividad, de desidentificación se aproxima a lo postmoderno (¿posmoderno?), vale decir, ¿cómo salvar ese espacio-templo para afianzarnos en lo que somos y retornar a una perfecta comunicación con los dioses? ¿Vale la pena? ¿Quién cree en lo que hoy me atormenta?
Esta palabra es verdad y mentira porque ella es hechura de hombre y naturaleza y por lo tanto es orden y caos. No crean nada.
Por: Yildret Rodríguez

viernes, 27 de junio de 2008

Un poema de amor

Supe, me mirabas con deseos
se levantaban las pestañas
dejando en la hendija
brillos de gato.
Levantabas la pluma en derredor
en silencio de vellos irisados
Con hambruna, con briznas en la punta de la lengua.

domingo, 22 de junio de 2008

Sugerencias para la promoción de la Literatura infantil



  • Planifique la actividad de lectura literaria. Considere el inicio, el desarrollo y el cierre.


  • “Traduzca” los términos difíciles a las palabras de los alumnos (evite el coloquialismo).


  • Elabore una antología de obras breves para que los alumnos escojan.


  • Discuta los textos con los chicos.


  • Muestre su interés por la literatura.


  • Trabaje con los diversos contenidos: los afectivos, cognitivos y lingüísticos.


  • Enséñelos a distinguir los textos literarios de los que no lo son.


  • Coloque varias preguntas y respuestas en una bolsa y haga que sus alumnos consigan los pares.


  • Coloque varias preguntas y respuestas sin sus pares en una bolsa. Los chicos deben decir la respuesta a las preguntas y las preguntas a las respuestas.


  • Comparen respuestas para ver las similitudes y diferencias.


  • Realicen un debate para premiar un texto. Argumentos a favor y en contra.


  • Combine actividades de lectura y escritura.


  • Trate de activar los conocimientos previos: experiencias vividas, lecturas anteriores, autores, etc.


  • Invite a un escritor al aula para que hable de su obra y su experiencia.


  • Haga actividades de dramatización, pero también de teatro y títeres.


  • Vaya al cine con los niños.


  • Visite la Sala Infantil de la Biblioteca Pública de la localidad.


  • Visiten a los ancianos de la localidad para que le cuente a los niños cómo era la vida en sus tiempos.


  • Lleve objetos cotidianos al aula y haga que sus alumnos le escriban una oda, léale las odas de Pablo Neruda.


  • Elabore un cancionero.


  • Hagan competencias de trabalenguas.


  • Incentive a sus niños a escribir adivinanzas.


  • Léale un cuento hasta la parte más emocionante y deje que ellos construyan el final.


  • Lleve diversos objetos disímiles entre sí y que ellos escriban un cuento.


  • Elaboren un libro con todas las producciones del año y exhíbalo en la biblioteca escolar encargando a dos niños por día para que hablen de la experiencia.


  • Promueva un concurso literario anual para toda la escuela con premiación en diploma y dos textos infantiles.


  • Léale un cuento con cinco o seis personajes. Entréguele el nombre de cualquiera de los personajes (menos el del protagonista) para que escriban la historia.


  • Invítelos a traer su libro favorito.


  • Ayúdelos a sacar el carnet de la biblioteca para que todos los fines de semana lleven al menos 1 libro y el lunes deben contar lo que leyeron.


  • Lleve ilustraciones que tengan secuencia y que ellos escriban su cuento.


  • Plantee tres finales distintos para una historia (Ver Gianni Rodari, Cuentos para jugar) y que ellos escojan su preferido.


  • Cante con sus niños.


  • Busquen cuentos y poemas en Internet y comente con ellos cuáles fueron de su agrado.

viernes, 20 de junio de 2008

Hoy recomiendo leer...


Cururú, el cocinero

Cururú es el personaje central de dos libros del escritor venezolano Luiz Carlos Neves. El primero titulado "Hazañas del Sapo Cururú", y, el segundo, "Nuevas hazañas del sapo Cururú". En este segundo libro aparece el cuento que hoy les recomiendo.

La historia cuenta que Cururú le llegó a sus amigos con una pregunta: ¿Qué es la arepa? Ninguno sabía, pensaban que era un animal, que se parecía a las maracas, que sonaba como una guitarra, que era roja o cuadrada; hasta que Cururú preguntó: ¿Se rinden? ¡Síííííííííí!

Entonces, Cururú les dijo que la arepa era un pan de maíz y que si querían probarlo tenían que ayudarlo. Así, molieron el maíz, buscaron agua y sal y Cururú junto estos ingredientes resultando una masa blanca. Luego trajeron los animales un budare de barro que pusieron al fuego y nuestro Sapo le dio forma redondeada a las arepas como si fueran una luna pero achatada. Las puso sobre el budare hasta que estuvieron doraditas.

Pero como toda arepa debe comerse rellena, pensaron que era malo comerlas con carne mechada por respeto a la vaca Finojosa, tampoco con chicharrón por la puerca Tocineta, así que decidieron comerlas con unas exquisitas caraotas con queso.

He aquí, según la historia, como se inventó "ese redondo, oloroso y dorado pan de maíz" llamado arepa.

martes, 17 de junio de 2008

Hoy recomiendo leer...


El turpial que vivió dos veces.

Este cuento del insigne escritor venezolano Salvador Garmendia rememora las diáfanas imágenes de los crepúsculos barquisimetanos. El autor hace un recorrido por las sabanas áridas de Lara con la historia de un turpial y un niño que consiguen la amistad en el respeto mutuo.

Con un tinte ecológico, el relato comienza con el nacimiento del pajarito, cómo al salir del huevo y ver al mundo, al cielo abierto, piensa que está dentro de un gran cascarón. Luego, aparece un travieso niño que con una honda hiere de muerte al bello turpial. Al verlo mal herido se compadece y decide llevarlo a casa, allí lo colocan en una jaula para que sane. La narración se vuelve en la figura del pájaro y de cómo éste ve a los humanos. Sumido en una profunda y silente tristeza, la actitud del turpial cala hondo en la conciencia del niño.

Un día de repente arrancó a cantar, todos en casa corrieron a oír al turpial, incluido el niño que al acercarse a la jaula, se encontró de frente mirándose con el pájaro y sin pensarlo, simplemente abrió la jaula.

El cuento está bellísimamente ilustrado por Rosana Faría y fue publicado por Playco Editores por primera vez en el año 2000

domingo, 15 de junio de 2008

Hoy recomiendo leer...

Mi mamá es más bonita que la tuya.
Este libro del escritor venezolano Armando José Sequera es la continuación de un primer libro de relatos llamado Teresa. Fue publicado por Alfaguara (Infantil) en el año 2005.
En él, Teresa, una simpática niña entre los 4 y los 5 años de edad nos rememora nuestra niñez y me hace recordar las estupendas salidas a las situaciones difíciles con las cuales suelen salir mi hija Anyi y mi sobrina Oriana.
El autor se inventa el recurso de adjudicarle los escritos al hermano de Teresa. En la introducción al texto, escribe que al mostrarle a su padre los cuentos que sobre su hermana había hecho, éste fue donde un editor para publicarlos, pero como no creyeron que lo hubiera hecho un niño de 12 años decidieron publicarlo con el pseudónimo de Armando José Sequera.
Los relatos son todos divinos, la niña Teresa es inteligente, vivaz y muy pícara (en medio de su ingenuidad).
Acá les cuento brevemente una de sus anécdotas (con permiso y perdón de la editorial y de su autor) para que vayan corriendo a buscarlo para leerlo:
Mami, es el título de uno de sus cuentos donde Teresa, al ver que su mamá no fue a trabajar porque se sentía indispuesta, decide agotar todos los recursos para llamar su atención: Mami, hazme esto, o esto otro, mami ven, mami dónde está tal cosa, mami, mami, mami... hasta que logra colmar la paciencia de su mamá y agudizar el dolor de cabeza. La madre decide reprenderla y la manda a acostar; ya en la habitación de la niña le dice enérgica y tajantemente: "¡Y como vuelvas a decir «Mami esto o mami lo otro», vas a ver lo que te va a pasar! Pero cuando ya salía del cuarto, la mamá oyó la voz de Teresa que le decía: "Señora Varela! ¡Sería usted tan amable de traerme un vaso de agua, por favor!

Lo esencial es invisible a los ojos...

Esta célebre frase del muy conocido libro "El Principito" nos recuerda que no todo lo que vemos es lo que importa. No es lo que tanto preocupa a los chamos de hoy: la moda, las marcas, la delgadez, el Gym, las rumbas... Más allá de eso están las esencias del alma: las veces que podemos caminar sin preocupaciones viendo como cae la tarde, o como diría el mismo Principito: caminar hacia el pozo para disfrutar del agua que saciará nuestra sed...
El amor que no vemos, los divinos besos de mi hija, las caricias de quienes amamos...
Todo eso es más importante...

sábado, 14 de junio de 2008

El placer de leer

¿Qué significa el placer de leer? Habría que empezar por definir lo que es el placer y lo que es leer. Barthes decía que “el goce (placer) no es lo que responde al deseo, lo satisface, sino lo que lo toma por sorpresa, lo excede, lo desorienta, lo hace ir a la deriva”. Es un estado sublime en el que el ser humano conecta todos sus sentidos y los traspasa, alcanza un estado de equilibrio entre su cuerpo y su espíritu; es lo que llaman embriaguez del espíritu. Pero así como es de plácido, es etéreo, por eso debemos procurar dilatarlo o hacer que se repita muchas veces para que la experiencia pueda enriquecernos al máximo. Por su parte, leer es un proceso de decodificación y resemantización de cierto discurso elaborado.
Entonces, ¿cómo puede sentirse placer al leer? Precisamente, el texto –y más el texto literario que es el que nos ocupa en este momento- es un entramado de representaciones que nos permiten ahondar tanto en nuestra experiencia como en la de otros. Esa experiencia es múltiple porque es de vida, de sentimientos, de estética, intelectual, entre otras. Es por eso que Genaro dice que se “lee porque enriquece culturalmente, porque representa un estímulo intelectual”.
¿Qué más riqueza que viajar por mundos inexistentes? El texto literario encierra un mundo que es el reflejo mimético de nuestra realidad, sin embargo en la diversidad de perspectivas con que muestra, ironiza, parodia o alegoriza la realidad produce un efecto enriquecedor que amplía el horizonte del lector. Señala Gadamer que la poesía (literatura) alcanza su refrendo en el ser-dicha, no existe en otro espacio que no sea el del verbo. Es ficción de la más pura y ¿acaso para que puede servir la ficción sino para darnos placer?
El problema radica en lo desacreditado de estos dos conceptos en nuestra sociedad. La ficción porque representa al mundo de la imaginación al que hemos tratado de opacar, ocultar o disimular para evitar el dedo acusador en nuestra espalda. Y el placer porque bajo el regimiento de una sociedad pacata y de doble moral que teme mostrarse como es, con sus cinco sentidos en efervescencia, teme la crítica.
Pero si hemos visto que el texto literario enriquece tanto, ¿por qué hemos de negarnos el placer de leer?

La narración oral y la lectura oral como elementos de promoción de lectura

De las noches sin aburrimiento.
Cuando pienso en narración oral, una imagen precisa llega a mi mente: las noches solitarias en mi casa, pobladas sólo por la voz de mi madre que se elevaba junto al humo del cigarrillo y se confundía en la canícula con el canto de grillos y chicharras. Su gran cama era el rincón de los cuentos para mi hermana y para mí; acostadas las tres mientras nos narraba nos hacíamos sólo una en la complicidad de la historia que según ella, se la había contado su abuela cuando iban juntas a la quebrada a lavar la ropa. Por supuesto, siempre terminábamos llorando, eran cuentos tristes sin finales felices y, a pesar de eso, al día siguiente esperábamos con el brillo en los ojos el mismo cuento.
Ese gusto no lo conseguí en la escuela, sólo puedo recordar que la maestra del tercer grado nos leía cuentos por el simple placer de entretenernos (bueno, en realidad fue la única que nos leyó cuentos). Y qué mágico era ese mediodía, en ese preciso instante yo sentía que era gente, dulce, linda y nos quería tanto como nosotros a ella. Recuerdo de esa época muchos cuentos hermosos que sonaban con fruición en su voz. A partir de allí comencé a leer cuanto libro cayera en mis manos: yo que había aprendido a leer a punta de "coquitos", que era incapaz de reconocer una "a" en una pizarra poblada de letras "a". Si bien las primeras quejas de mi madre eran porque no aprendía a leer y por que no me gustaba, las segundas eran porque no sacaba la cabeza de los libros y no la ayudaba en los quehaceres.

Quien cuenta un cuento se ha salvado.
Dice Facundo Cabral que hay que desconfiar de la gente que no canta porque algo está tramando, porque guardan algo malo dentro de sí; yo digo que hay que desconfiar de las personas a las que no les gusta un cuento, por lo menos un buen cuento, bien leído o bien narrado. Hay que ver la magia que encierra ese simple acto, esa atmósfera lúdica, casi de otro mundo que se forma cuando hay alguien que narra y otro que escucha. Se nota en el brillo de los ojos, en la sonrisa, en la transparencia de la voz. En ese preciso instante somos dioses, somos creadores. Tenemos el privilegio de forjar destinos, de ser héroes, princesas, villanos, bohemios, extraterrestres, animales, en fin, dejamos de ser el hombre o la mujer común de todos los días con el mismo rostro, la misma piel, el mismo sabor en la boca y entramos por la puerta de nuestros sueños. ¿Qué hay de malo en eso?
Quien cuenta un cuento se ha salvado porque ha soltado las amarras que nos impone el mundo, la sociedad, los prejuicios y hasta nosotros mismos para descubrir que seguimos siendo los niños que creían en el "Niño Jesús" o en "Santa Clos". Creo realmente que si en muchas ocasiones no hubiera tenido un buen cuento o una novela o un poema en mis manos habría abandonado todo y me hubiera echado al olvido como dice la canción.

Al final todos los caminos se bifurcan.
Aquello de que el hombre vive en una eterna encrucijada no es ficción ni frase de camino, es la verdad de la vida. En esa bifurcación debemos encontrar el sentido real de nuestra existencia. Ser docentes de título y de nómina no tiene gracia ni sabor. Como profesionales debemos imponernos retos, hasta llegar al sentido profundo de lo que es la enseñanza, no puede ser que pasemos cinco años en las aulas de la universidad para salir a dar clases de la misma forma como se las dieron a nuestros abuelos, a nuestros padres y a nosotros mismos. A hacer que ese ser maravilloso que es el niño repita la misma frase aburrida y sin sentido de "Mi mamá me mima", "Mi papá fuma la pipa" cuando los mimos los parecen haber quedado relegados única y exclusivamente para los bebés y las pipas son casi una reliquia de museo que la mayoría de los niños desconoce.
La sabrosa lectura en voz alta y la narración oral deben servirle al docente para inducir en el goce y disfrute de la lectura, que el niño llegue a ella por la vía del amor y del sentido profundo de la literatura, después de ese aprendizaje creo que cualquier otro tipo de texto resultará "un pan comido" para cualquier chico.
La gran falla de nuestra educación apunta siempre en el mismo sentido: nuestros estudiantes no leen. ¡Hemos errado y gravemente! Porque ni hemos inducido bien el aprendizaje de la lectura y la escritura ni hemos conducido el proceso posterior de la decodificación gráfica de la mejor manera.
¿Qué hacer para remediar el mal? Pienso que dándole al niño o niña la oportunidad de acercarse con otra mirada a los textos, permitirles todos los procesos cognoscitivos posibles en un clima de libertad. El docente de hoy debe ser más abierto que nunca, porque la gran paradoja de la posmodernidad es que hablamos de globalización mientras cada día somos más y más heterogéneos y, seguramente tendremos en nuestras aulas de clases individuos tan diferentes entre sí y con necesidades particulares a las cuales debemos responder lo más efectivamente posible.
¿Que se necesita un mago? Sí, debemos aprender a ser magos, no para mentir sino para encantar, para atraer, para enamorar, para acercarnos por lo menos al competitivo mercado de los medios que se están llevando todos los puntos a favor en la enseñanza de los niños.

El que parte y reparte....

Mi primo Miguel que vivía en en el barrio de arriba me vino a buscar para ir a la cancha . Cuando mamá lo vio llegar comenzó la cantaleta: que los vagos, que la perdedera de tiempo, que hay que estudiar, que había que arrancar la yerba, que viniera temprano, que no me pusiera los tennis, que los malandros, que........., que......., ¡Qué me largo, carajo!
En el camino apostamos: el que encestara más veces le tendría que entregar al otro su mayor tesoro.
Comenzó el juego, cabeza ¢e chicle se empató en mi equipo. Para mí era pan comido: mi primo era un piche medio metro y yo.... viejo precoz como me decían en el liceo. Arrancó con un pitazo durísimo ¡¡¡¡¡¡¡¡Pppppprrrrriiiiiiii!!!!!!!!! Que Robertico sabía hacer con los labios.
¡Maldita suerte! No pude encestar ni una. Miguel sonriente y complacido se acercó a mi oído y con lenta , suave y dulce pronunciación, me dijo:
-Quiero las monedas antiguas que te dio el abuelo.
¡Patada en el higado! ¡Golpe bajo! Miguel sabía cuánto valor tenían para mi.
-¡Nunca!, son mías.
-Era una apuesta.
-¡No!
-Tú aceptaste.
-¡No!
-Si.
-Si, acepté, pero te estás aprovechando. Menos ahora que las clasifiqué, las pegué en el album, compré ese album con mis ahorros.
-Apuesta es apuesta.
Sentí que se me bajaban los fluidos ante lo que tenía que decir:
-Está bien.Lo hice subir a la platabanda para que mamá no se diera cuenta. Busque el album y aunque sabía que tenía que entregarlo, me resistía. Hubo como cinco minutos de forcejeo leve que fue aumentando hasta que ¡ZUAS! En el cielo rosado del atardecer volaba el album como un pájaro negro de la avenida.